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martes, 8 de noviembre de 2016

El CAPITALISMO ACTUAL (1)

Primera parte de  ~ El capitalismo actual ~

Partiremos de la base de que los conceptos del capitalismo han cambiado mucho, o sustancialmente, desde que Karl Marx se propusiera analizarlo, aunque, a diferencia de los que creen que su obra carece de sentido en estos tiempos, yo pienso que su significado se mantiene vivo y nos puede servir de base para cualquier otro estudio como el que presento, aquí, en estos párrafos.


El influjo del marxismo, se empeñe quien se empeñe en desprestigiarlo, ha sido la principal causa de la eliminación de ese capitalismo inicial que consideraba a los trabajadores como simples elementos imprescindibles para el enriquecimiento del dueño de la fábrica, lo cual capacitaba a éste para manejar a sus trabajadores como a la materia prima que necesitaba, o sea: Cuanto más barato fuese su coste, mejor para su buchaca. La esencia de esto último, pese a quien le pese y lo niegue quien lo niegue, sigue manteniéndose como principio básico de la ideología capitalista, traducida en los clásicos planteamientos liberales y neoliberales.

Es, sin duda, gracias a los movimientos obreros surgidos de estas ideas revolucionarias, que nuestra sociedad ha alcanzado los niveles sociales que conocemos, la llamada sociedad del bienestar. Curiosamente, demasiados miembros de esta misma sociedad, receptores del bienestar originado, en parte, por estas ideas, las aborrece, ahora, por creer que las mismas constituyen una amenaza para sus intereses. Esas luchas han costado muchos sacrificios, entre ellos, vidas humanas, para que, hoy, podamos disfrutar de una situación socioeconómica y cultural muy diferente. No niego que, también, han influido otros factores, pues, con más de un siglo de historia, es obvio que habría que considerar las vicisitudes acaecidas y analizar sus repercusiones y peso en esta cuestión, pero ése no es el cometido de este examen.

El principio de los marxistas de entonces, cuyas cabezas visibles eran Karl Marx, del que tomó su apellido el movimiento, Engels y compañía, era forzar a impartir justicia entre dueños y trabajadores, ya que los poderes de la época no estaban dispuestos a concederla. Considero que, en reglas generales, se trataba de cambiar el concepto de quién generaba los provechos de la producción y, por ende, a  quién correspondía beneficiarse de ellos. El patrón defendía la idea de que, si él ponía el dinero, él era el propietario de todo y, por consiguiente, el legítimo beneficiario de las ganancias de su actividad comercial o industrial. Aseguraba que el mérito de que éstas fueran abundantes, se debía a la buena administración e intenso trabajo empresarial para rentabilizar una inversión elevada que le autorizaba a considerarse como el único y digno destinatario de esos resultados, pues los empleados recibían unos salarios por sus servicios y debían conformarse con ello, ya que así creían cumplir con la justicia moral y con las leyes de la época que no contemplaban las normas protectoras de los derechos de los trabajadores que, hoy, rigen en nuestra sociedad.

Todo lo que, ahora, vemos como esclavitud o explotación laboral era considerado, en esa época, como natural y tolerable por los poderes de entonces. La contratación de la mano de obra, por el menor coste, mayor horario y peores condiciones laborales era vista como algo digno de alabanza para la gestión de los contratistas que, como he dicho antes, cumplían con una obligación empresarial, la de reducir costes, para aumentar beneficios. Cualquiera que esté en su sano juicio, debe comprender que, contemplado desde la óptica del planteamiento de los empresarios, es un punto de vista asumible o entendible...

¿Y desde otra óptica?... ¡La moral, por ejemplo!... Aunque hablemos, ahora, sólo de la justicia social. ¿Es que no son los dirigentes, los que deben mediar y obligar a las partes a que convengan en unas condiciones aceptables para todos y, sino, impartir justicia?... ¿No están para eso, nuestras autoridades?... ¿O no deberían hacerlo?... ¡Pero no lo hicieron!... No actuaron, si no fue para dar protección a quienes estaban empeñados en perpetuar una situación más que previsible, pues, desgraciadamente, no podía desembocar en otro desenlace que el que estoy exponiendo en este texto. Con estas formulaciones, se podría comprender que los defensores del capitalismo crean, a pie juntillas, en la no intervención del estado y, de ser posible, pues... ¿Porqué no? ¡Bienvenida la eliminación de los sindicatos!... Aunque no sé qué me lleva a preguntarme: ~ ¿Podría ser que, con eso, se conformaran?

Por la otra parte, la controversia se fundamentaba en que las remuneraciones que los obreros recibían no eran justas, pues no se correspondían con los frutos de su trabajo, los cuales, en gran medida, iban a parar a las arcas de los poderosos. La nómina que recibían estos empleados por un trabajo tan intenso que, en ocasiones, acababa con la salud del obrero, no cubría ni siquiera las necesidades vitales de su familia. Los ricos eran algo así como los "señores feudales" del maquinismo. Estos comienzos de la industrialización marcaban unas diferencias muchísimo más claras que las que se pueden observar ahora. Los amos de las empresas ponían todo el capital necesario para llevar a cabo sus proyectos empresariales. Eran auténticos capitalistas, pues invertían su dinero, arriesgando sus fortunas y, quizás, se pudiera entender, algo más, el que asumieran posturas políticas defensoras del liberalismo.

Lo que no les convenía tener en cuenta es que la aceptación de sus condiciones contractuales, por parte de los asalariados, no era libre, ni voluntaria, sino que estaba muy condicionada por la falta de recursos y las necesidades que sufría la población. La inagotable lista de la mano de obra disponible y dispuesta a aceptar condiciones miserables era la causa principal del nacimiento de un movimiento que combatiera tales injusticias y la no intervención del estado hizo posible que estas ideas revolucionarias se abrieran paso, aún a costa de demasiadas vidas humanas... ¿No es triste? ¿No es motivo para avergonzarnos? ¡Enjuga tus lágrimas y sigamos!... ¡Si quieres!

Pensaban acallar esas voces rebeldes y esas "intenciones perversas" con mano dura... ¡Pero no lo consiguieron! Y no sólo eso, sino que, por haberlo querido todo... ¡Muchos se quedaron sin nada! Es una opinión mía, quizás equivocada, de que todos arriesgaron a quedarse sin nada y que estuvieron cerca de conseguirlo. Pero, lo más importante de todo es que, en contraposición, el riesgo no incluía la posibilidad real de quedarse con todo, como ya he intentado explicar... ¡Era imposible!... ¡Fueron malos apostadores!... Nadie les había convencido de que... ¡La avaricia rompe el saco!


Abre la segunda parte y te cuento más...

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