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viernes, 28 de marzo de 2014

El AMOR, según JHM

Sobre los conceptos de la palabra “amor”:
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Rescribo este artículo, fundamentalmente, por las omisiones que las prisas me hicieron cometer en el primero, por lo que, en adelante, cuidaré más este aspecto, agradeciendo a nuestra amiga, Laura Jiménez, el haberme hecho percatarme de mi error.
Antes de dar inicio a mi exposición, debo aclarar que, cuando emplee la expresión de “La Naturaleza o Dios”, no me referiré a ninguna de las deidades o divinidades religiosas que podáis imaginar, salvo que así lo exprese, sino a un concepto abstracto para referirme a lo que pudiera haber, detrás de los misterios de la vida, algo que no puedo definir, por no poder alcanzar la adquisición de su conocimiento. Para entendernos me refiero a lo que otros han calificado como “Gran espíritu”, “Ser Sobrenatural o Supremo”, “Nuestro Padre”, “La Esencia”, o, simplemente, “La Naturaleza” o “El orden de las cosas”.

El amor es el tesoro que más enriquece a nuestra alma y la verdad, el alimento que mejor nos desarrolla. Probándolo, es posible que engordemos un poco, pero se trataría, únicamente, de un ensanche que no afectaría a nuestra estética, sino a... ¡Nuestro interior! ~ Con estas frases, avanzo algo, sólo un pequeño detalle, del significado de la dicción “amor”, tan pronunciada por todos nosotros, aunque malinterpretando, algunas veces, los múltiples conceptos de sus acepciones dispares. Este término se emplea, en nuestras oraciones gramaticales, con demasiadas definiciones y no sólo en castellano, pues en francés, aún van más allá, al añadir otra acepción, la de “gustar” o “encantar”. Por todo ello, podríamos decir que hay varias clases de amor. Aunque, para mí, sólo hay una principal, la universal, debo tratarlas todas, pues están en boca de todos los que no somos mudos, así que... ¡No debo ignorarlas!

El amor hacia uno mismo y a la vida:

No confundamos al amor que debemos llevar a efecto en nuestra propia persona, con el amor propio, pues éste se deriva de nuestra sensibilidad más primitiva. Debemos empezar por algo que me parece muy importante... ¡No podremos amar a nadie como es debido si, antes, no hemos aprendido a amar a nuestra persona, pues... ¿Cómo vamos a amar al prójimo como a nosotros mismos, si a nosotros mismos, no nos amamos correctamente? ~ Es de concluir que... ¡Malamente! ~ Así que empecemos por analizar la forma de hacerlo. Mis creencias incluyen los siguientes conceptos sobre el amor que debemos dispensar a nuestro ser:
 ~ Aceptarnos tal y como somos, en todos los sentidos, asumiendo, en su integridad, lo que la Naturaleza o Dios nos ha concedido. El propio sentido común nos dice que es lo más positivo y adecuado que podemos hacer, pues no existe otra opción.
 ~ No permitir a nada, ni a nadie, cualquier posibilidad que pueda dañar o vaya en contra de nuestra integridad física o moral.
 ~ Trabajar por nuestro desarrollo personal y espiritual, con el fin de mejorar en todo lo posible aquello que nos haya sido concedido en cuerpo y alma.
 ~ No compararnos con ningún otro ser humano, ni imitarlo, ni envidiarlo, ni usar el conocimiento de su evolución si no es con el propósito de coger de él, todo aquello que pueda interesarnos para nuestro correcto crecimiento.

Cada individuo tiene su propia evolución por circunstancias que dependen de algo que no podemos conocer y, por lo tanto, este misterio entra de lleno, en el mundo de las creencias particulares o de la mística.
En resumen, amarnos a nosotros mismos significa, según lo veo yo, aceptarnos, protegernos y mejorarnos, tomando, de nuestros semejantes, lo necesario para lograrlo. Para ello es menester despreciar a la envidia, a la antipatía y a cualquier otro vicio mayor, así como a cualquier otro defecto menor, como lo son nuestros complejos que nos han sido inculcados por el comportamiento irracional y negativo de nuestro entorno.

El análisis del amor a la vida ofrece poco que añadir, pues, el amor a nosotros mismos, lleva implícita la condición de amar y respetar a nuestra vida, del mismo modo que el amor universal nos llevaría a la misma conclusión. Nuestro amor por los demás implica nuestro respeto por sus vidas y la protección de éstas, como corresponde, razonablemente.

El amor universal:

Yo pondría, en lo más alto, a la forma de amar menos frecuente, el amor que nos quisieron enseñar, a través de los textos bíblicos, los autores que atribuyen a Cristo, la autoría de su enseñanza. Éste es un amor fácil de comprender, pero difícil de desarrollar, por nuestra falta de voluntad, derivada de los prejuicios que, históricamente, han perjudicado a la humanidad, formando reiteradas y variopintas divisiones generadas por odios e intenciones malsanas, pero, no porque el amor universal, al que he dado mi preferencia, sea inherente a complicación alguna, en cuanto a su aprehensión. Su contenido didáctico trata, clara y simplemente, de “querer al prójimo como a nosotros mismos”... ¿Hay alguien que pueda no asimilar este concepto?... ¿Luego, porqué nos resulta tan difícil llevarlo a cabo?  ~  ¿Lo habéis pensado alguna vez?... Intentaré aclarar, en lo posible, esta delicada cuestión. 

Hay varios tipos de amor recogidos por nuestro lenguaje, pero, desde mi óptica, son erróneos, si tenemos en cuenta que el verdadero amor es el supremo o universal, sin distinción de género, ni parentesco, ni nada de nada. Sin ser, ni cristiano, ni creyente, veo que algunas cosas que he leído de la Biblia, las comparto, me parecen buenas. El mensaje de Cristo era, sobre todo y principalmente, para enseñar a la humanidad a amar... ¡Pero ya veis el poco éxito que ha tenido! ~ No es lo mismo admirar a Cristo o su mensaje, que ser cristiano. Todos los sectarismos son negativos, como explico en otros artículos míos, como "Librepensamiento" o “Mi Modelo de Democracia”. Yo quiero insistir por ese camino, de ahí que escriba este artículo sobre el amor. Mis reflexiones van por caminos diferentes de las de las religiones, pues creo que, éstas, entorpecen nuestro avance. sólo pretenden captar devotos y, no, enseñar a la gente los beneficios de las posturas que intento divulgar... ¡Las del amor universal!

No puede haber condiciones para que el amor se exprese. Si una condición cualquiera, detiene, frena o limita el amor, ya no podemos hablar de amor universal. Así mismo, éste no debe limitarse a nuestras relaciones humanas o sociales. La pureza de nuestra conciencia nos debe aconsejar lo correcto, siempre que no la hayamos dañado, con anterioridad. No puedo explicar los motivos por los que esta forma de amar no se ha extendido mucho entre nosotros. Si los supiera, francamente, lo haría, aunque se me antoja que está fuera de mi alcance, adquirir el conocimiento de la realidad que nos ha llevado a tales carencias. Puede que, dicha sabiduría, sólo esté a nuestra disposición, después de haber superado ciertos límites de desarrollo espiritual y que la Naturaleza o Dios disponga de un filtro capaz de retener las almas impuras o con las suficientes imperfecciones como para no atravesar dicho filtro o criba... ¡Y qué sé yo, de eso! ~ Aquí, nos adentramos en la mística y no es terreno que quiera, yo, pisar mucho... ¡Por si me enfango!

El amor cristiano:

Mis creencias no me impiden decir que Cristo predicaba, o eso han escrito otros, que debemos querer al prójimo... ¡No habló, según cuentan, de qué tipo de prójimo!... ¡No diferenció! ~ Que me perdone aquel o aquella al que pudiere ofender, pero debo recordar que ciertas Iglesias han matado a "prójimos"... Por rojos, por blasfemos, por infieles, por decir algunas verdades científicas, etc. etc.... Con toda rotundidad, afirmo que eso no es lo que dicen que hacen. Si las religiones cristianas dicen que siguen el mensaje de Cristo... ¿Por qué practican de diferente forma a lo que pregonan o a lo que predicó su ídolo, Cristo? ¿Qué sentido tiene practicar algo que no se practica? ~ Puede que algunos me dijeran, como he oído, frecuentemente, “¡Bueno!... Es que yo soy católico, pero, no, practicante.”... Se agradecen los chistes, el humor es bueno, pero, no, en estos momentos de análisis serios y responsables...

Pero... ¿Los cristianos cumplen con este precepto? ~ Ya he dado mi respuesta, antes, muy poca gente ejerce este tipo de amor, sea cristiano o no... ¡Esa es una de mis pequeñitas verdades! ~ Si enfocamos el tema desde la lógica de un librepensador, veremos que la benevolencia de este amor, si lo practicáramos todos, saldríamos, igualmente todos, beneficiados por sus positivas consecuencias. Todos nos amaríamos, todos nos beneficiaríamos y todo iría “a las mil maravillas”, ya que sabemos que, lo contrario, el odio, nos destruye y nos perjudica, luego... ¿Por qué, a pesar de haber tanto cristiano y miembros de otras religiones que predican lo mismo, en sus teorías, no ensayamos algo que tanto nos debería interesar a todos?... ¡El amor universal! 

Si tenemos en cuenta el hecho de que durante toda la Historia se ha intentado conseguir el beneficio que se desprende de este aleccionamiento religioso, por todas las formas y sectas posibles, sin haberlo conseguido nunca, ni siquiera un ápice, nos debería resultar fácil comprender que las religiones no han tenido el éxito que pretendían, pues nunca los creyentes, los devotos o los practicantes, cumplieron con este mandato divino, reconocido por ellos mismos. Por lo tanto, estimo que el camino para lograr este objetivo, el del amor universal, no lo hallaremos en el seno de ninguna religión, sino en el interior de nosotros mismos. Debemos buscarlo en nuestras entrañas espirituales, sin tener en cuenta ni cielos, ni purgatorios, ni infiernos, contando, únicamente... ¡Con nuestra conciencia! ~ Hagamos trabajar a nuestras neuronas, que, para ese fin, nos las ha donado la Naturaleza o Dios.

Seamos, pues, agradecidos con esta espléndida donación que nos diferencia del resto de animales... ¡Aprovechémosla! ~ Si lo hiciésemos, podríamos comprobar que los frutos del resultado de esta actividad, la puesta en práctica de este amor, nos engordarían a todos por igual. Ese es el ensanche al que me refería al inicio de este artículo. Nos enriqueceríamos todos, musulmanes, judíos, cristianos, budistas y demás bichos sectarios o no. Ya no serían necesarias iglesias, pues, el amor, no deberíamos irlo a buscar a ningún templo... ¡Lo llevaríamos puesto!... Como si se tratara de un “prêt-à-porter”... 

El amor a la verdad:

La mayoría de vosotros estáis al corriente de mi agnosticismo, por mis varios comentarios en esta página de Google, pero, si bien es cierto que no soy cristiano, en cuanto a que no pertenezco a ninguna secta cuya doctrina provenga de estas enseñanzas, también es de igual veracidad que, como librepensador, juzgo dichos textos por su contenido, que, no, por su origen. Los textos bíblicos pueden estudiarse como cualquier otro tipo de lectura, intentando encontrar verdad en ellos. Alguien que, como yo, ame a la filosofía, tiene el deber de hacerlo, de la misma manera que lo tendría que hacer con cualquier otro escrito que cayera en mis manos, digno de ser analizado. Todos los contenidos, provengan de donde provengan, son susceptibles de contener su correspondiente parte de la Verdad.

Estoy plenamente de acuerdo con la moralidad de esta forma de amar y con nuestro deber espiritual de practicarla. Mis creencias particulares incluyen su desarrollo. Seguramente dirás, lector/a: “Entonces, ¿porqué no eres cristiano?”. Muy sencillo, porque no necesito serlo. Sé amar de esa manera y creo en la necesidad de hacerlo, por mi propia cuenta y riesgo, sin que me lo mande nadie, ni porque vaya a ir, en el caso de no hacerlo, a ningún “infierno”... No necesito amenazas para convencerme de tan noble acción. El amor tiene que ser libre y salir de nuestro más profundo convencimiento.

La religiosidad mal entendida, potencia el fanatismo y, éste, destruye, perjudica... ¡No nos beneficia! No se encuentra en la senda del amor. Es incompatible con él. Una religiosidad bien entendida no podría calificarse con esa denominación o habría que cambiar el concepto de religión, quitándole la obligatoriedad de incluir dogmas o doctrinas. Ya no sería religión, sería un término equivalente al de “agnosticismo”. En ese caso, yo sería agnóstico o “nuevo religioso”, ya que me preocupa lo que pueda haber detrás de los misterios de esta vida, de ahí que, el ateísmo, lo vea sin fondo alguno, sin posibilidad de ser verdad, pues no podría explicar o justificar muchos aspectos vitales que las creencias personales pueden ofrecer. El ateísmo, en el fondo, encierra un dogma muy peligroso, pues asegurar que  no hay nada, después de la muerte, nos puede hacer dudar sobre el motivo de acogernos a la virtud, ya que ¿qué sentido tendría, si, después, se acaba todo, sin consecuencia alguna?... ¿Para qué comportarnos de una forma que no beneficie a nuestro ego? ¿Por qué no arrebatar bienes, ventajas o privilegios para tener una vida mejor, si, luego, no hay castigo o recompensa? ¿Y qué sentido tendría una vida tan corta, acabando en la nada, sin reacciones a nuestras acciones? No estoy en disposición de asegurar nada, pero esta idea no logra penetrar en mis entrañas espirituales... ¡Ni siquiera en las de mi lógico entendimiento!

Como librepensador, no estoy en contra de nadie, por sistema. Estoy a favor de lo que nos quisieron transmitir Cristo, Marx y todos los demás. En cada uno de ellos hay parte de la verdad absoluta. Son certidumbres o verdades parciales que poseen una fragmente diminuto de la gran Verdad y, si unimos el máximo posible de ellos, nos acercaremos a ella con mayor posibilidad. El amor, pues, nos aproxima a la verdad. Los odios no nos llevan, ni a progresar, ni a ser felices, ni a nada positivo... ¡Dejemos, ya, de luchar en contra de nuestros intereses! ~ De manera que, consecuentemente, unamos nuestras fuerzas para beneficiarnos todos y cada uno de nosotros... ¡Eso es el amor universal!  Y siempre debe ir unido al amor a la verdad., o al amor al conocimiento, o sea... ¡A la filosofía! ~ En contra de la opinión de algunos, pienso que no puede haber filosofía con mayúsculas, sin ejercerla con librepensamiento. La filosofía y el librepensamiento me parecen unidos para siempre, por el yugo del amor... ¡Del amor a la verdad!

Que los que pensamos de este modo, pudiéramos agruparnos o asociarnos en foros religiosos, tendría el mismo sentido que los políticos a los que me refiero en “Mi Modelo de Democracia” y sustituiría a las religiones, pero soy consciente de que esto es, aún, más utópico que mi modelo electoral, aunque, no por eso, deja de ser... ¡Otra de mis pequeñas verdades! ~ Estos foros, no podrían considerarse como sectas, ya que no incluirían adoctrinamiento. No habría dogmas, sino debate entre las varias creencias, con el fin de penetrar, aún más, en nuestro convencimiento sobre nuestro ideario y su validez. Veréis que todo lo resolveríamos con debates... ¡Con diálogos bien planteados! 

Esto es una utopía real, en la actualidad, pero dejaría de serlo, en el mismo momento en el que consiguiéramos aderezarnos con los ingredientes o condimentos de ese sabroso “amor universal” del que se dice que predicó Cristo. Ya veis, amor y verdad, van unidos, de la mano, cuando los tratamos con toda su grandeza. 

El amor sexual y de pareja:

El amor es, demasiado frecuentemente, confundido con el sexo, pues, si bien es cierto que, a veces, van de la mano, son dos conceptos diferentes e independientes. Si creemos que, por el hecho de gustarnos una persona, sexualmente, o sentir una irresistible atracción física o platónica, hacia ella, estando, aparentemente enamorados, sentimos amor puro por ella, por la misma razón, lo podríamos decir de las obras de arte, la música, etcétera. Supongo que de aquí, podría haber emanado el concepto de la acepción francesa con la que se denomina “amar” a “gustar/encantar”... ¡Sólo es una suposición mía! ~ La idea inicial de la necesidad de escribir estas líneas se deriva de la observación de la viñeta que inserto a continuación y las explicaciones que, sobre ella, en su día publiqué, en el sitio de donde cogí la imagen.
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Pueden ser las dos cosas, a la vez... ¡No son incompatibles, creo! ~ Desde luego, la primera sola, no es amor, sino sexo y no ocupa lugar en mis preferencias. El amor de pareja es maravilloso, pero, si se le quita una pierna, se queda cojo... ¡Como todo! ~ En toda relación de amor matrimonial, ésta podría fracasar, desde el momento en el que alguien o algo se impusiera. El amor, en general, tiene más que ver con ofrecer, dar y compartir que con recibir, exigir o poseer. Enamorarse del trabajo, por ejemplo, es estupendo... ¡Incluso casarse con él!  ~  El problema podría empezar, desde el momento en el que nos dejásemos esclavizar por él...  ¡En el que nos atase a su yugo! ~ Pero, del mismo modo, pasaría con una unión personal, no veo diferencia alguna. ~ Por otra parte, pienso que el mensaje de la viñeta está mal redactado, aunque creo entender lo que ha querido decir su autor. Quizás esté mejor dicho así: "Si te ama, no sólo te quitará la ropa, sino que, antes, te quitará la tristeza y te hará feliz" ~ Sería así, como yo lo habría redactado...

Creo que, simplemente, son dos cosas diferentes. Si hablamos de sexo, es válido pensar que es necesario, es natural, etc. Pero no podemos confundirlo con el amor. El amor es algo superior que no distingue sexo, credo, raza o ningún tipo de ideología. La mejor combinación, para una pareja, es juntar ambos conceptos, por eso digo que son compatibles, pero pueden ir por separado y deberemos hablar de... ¡Otra cosa! ~ Al acto sexual, se le suele denominar "hacer el amor", no me voy a oponer a eso, llaménosle como queramos, pero entendamos bien la diferencia de conceptos. Los nombres sólo son eso... ¡Nombres! ~ Sin conceptos, sólo son letras agrupadas, sin sentido.

El sexo, únicamente sexo, es absolutamente diferente al amor, es puro deseo egoísta. Se trata de una necesidad que nos ha impuesto la naturaleza, para que las especies no se extingan. No es ni bueno, ni malo, es, simplemente, necesario. Se le podría considerar bueno, en el sentido de proporcionar placer y beneficiar la salud física y psíquica, pero la persona no demuestra, ni buena, ni mala voluntad, intención o acción. Otra cosa son los que agreden sexualmente, pero, mientras sea voluntario por ambas partes, es sólo sexo, un impulso natural en todas las especies, una necesidad vital, pero... ¡No lo llamemos amor! 

En cambio, el amor, a diferencia del sexo, no es vital, pero es la fuente de nuestro desarrollo espiritual, una herramienta para la evolución de la virtud en las personas. Si conjugamos ambos conceptos, su unión se convierte en amor conyugal. Quizás la máxima expresión del amor. El sexo cambia de tinte y se convierte en amor sexual. Las prácticas sexuales que se realizan con amor no tienen mucho en común con el sexo puro. La sexualidad de una pareja unida es muchísimo más placentera que si no lo fuera. Pero debo aclarar que el concepto que yo tengo sobre una pareja es muy diferente del que están inculcando las feministas, las cuales han llevado el movimiento del feminismo, más allá de lo razonable, cosa que sucede siempre, cuando interviene el sectarismo. El feminismo empezó como una reivindicación acertada que yo compartía, pero debido a sus planteamientos partidistas (Las agrupaciones o asociaciones de presión lo son), se han instalado en algunos dogmas perjudiciales para el tema que, aquí, nos ocupa... ¡El amor!

Las feministas defienden la liberación de la mujer hasta el punto contradictorio de anteponer su egoísmo a cualquier otra cuestión, incluida su pareja... ¡No lo comparto! ~ Si la pareja está formada por dos personas que defienden su independencia, su intimidad y su espacio, como hoy está tan de moda, no llegarán a gozar de las mieles de una unión total. Mi consejo a cualquier matrimonio o unión de hecho es que intenten formar una pareja verdadera y, no, dos personas juntas. Mi concepto ideal de pareja unida se construye con la fusión de las dos individualidades, acción propiciada por el amor del que, aquí, trato... ¡El universal! Se empieza por uno mismo, se sigue con la pareja, luego con la familia y se termina fusionando con toda la humanidad... ¿Qué es una utopía? Tendrá razón quien lo afirme siempre que nos mantengamos en la misma posición que estamos adoptando desde el principio de los tiempos, a lo largo de toda nuestra historia. En el caso de que las dos personas no quieran formar una pareja como la que propongo, no podremos hablar de que la dificultad de conseguirlo reside en lo utópico que pudiera resultar, sino en sus erróneas intenciones o planteamientos, puesto que la decisión de llevarlo a la práctica corresponde sólo a ellos dos y el buen arranque y funcionamiento de unión amorosa sólo va a depender de sus voluntades.

Mi modelo de pareja se instala en la unión total, en todos los aspectos. El comportamiento con nuestra pareja debe ser el mismo que el que tenemos la obligación de mantener con nosotros mismos. No puede haber secretos, ni mentiras, ni ocultaciones. Debe existir una fidelidad que vaya más allá de la meramente carnal, la cual parece que es la única que nos preocupa, generalmente. La entrega de cada uno debe ser absoluta, para con el otro. La unión no puede contener ninguna condición que fomente la separación o desunión, como la privacidad o intimidad, la separación de bienes o ninguna otra división que impida la fusión que propongo y su estabilidad hasta que la muerte los separe. No estoy hablando en términos religiosos. No estoy en contra del divorcio de aquellas parejas fracasadas. Estoy hablando de realizar un intento por lograr, con la libre y consciente voluntad de dos personas, una unión para poder gozar de una vida más completa. Mi unión no destruiría a las personas, sino que las enriquecería como tales individualidades, de la misma forma que lo haría la utópica idea del amor universal, con la humanidad.

El amor a los animales:

No considero que se deba llamar amor universal a lo que sienten los animales no racionales, pues a eso, lo denominaría cariño, sumisión al amo o afecto por dependencia... Como mucho, amor “a secas”. Pero es curioso observar la diferencia existente entre lo que necesitan de nosotros y lo que nos dan. El amor que nos dan es muchísimo mayor que el que les damos la mayoría de nosotros.

¿El amor de los animales domésticos es el mismo amor que el que define al sentido por los seres humanos?...  No estoy a favor de los que opinan que los animales domésticos, como el perro y el gato, no piensan, ni sienten amor. Basta observarlos con verdadera atención para averiguar que existen similares diferencias entre ellos y nosotros que las que podríamos tener entre nosotros mismos, considerando, siempre, las limitaciones propias del desarrollo de ambas especies. Si no es lo mismo un hombre que un perro o un gato, tampoco puede ser el mismo amor, la misma inteligencia, ni nada puede ser igual, pero... ¿Es que lo es con las diferencias entre personas?... En todos los casos hay diferencias, pero, simplificando, creo que podríamos aprender mucho de mi concepto sobre el amor, observando la entrega incondicional de nuestras mascotas. Hacia sus amos, su amor es digno de ser tomado como ejemplo de fidelidad, entrega, etc.... Les falta, en cambio, la universalidad que propongo para nuestros congéneres, pero no podemos contar con ella, mientras sigamos maltratándolos o asustándolos. El miedo les hace temer a nuestra especie. En cuanto dejan de tenerlo, como ocurre con sus amos, se comportan mucho mejor que nosotros, en la actualidad, aunque mi voluntad e intención es trabajar para que esto cambie algún día.

El amor al otro sexo:

Me refiero a las personas del sexo opuesto, los hombres para las mujeres y las mujeres para los hombres. ¿El amor de dos personas del mismo sexo es lo mismo que el de dos que no lo fueran? ~ Es complicado, pues nuestros instintos básicos nos dificultan esa tarea. Y voy a poner un ejemplo claro:
Yo siento amor por mi gata, la acaricio, la abrazo, la sobo todo lo que me apetece... ¡La amo!
El contacto físico es importante para sentir el amor hacia otra persona, animal, planta o lo que sea... ¿Cómo creéis que se interpretaría el hecho de que hiciera con una mujer amiga a la que amase del modo universal, lo mismo que hago con mi gata? Esa es la dificultad a la que me refería. Los prejuicios instalados en nuestras mentes, por razones sexuales, obstaculizan una relación de amor puro y universal hacia otra persona del sexo opuesto. Tocar, un hombre, a una mujer, siempre será visto como un acoso sexual o, como menos, a algo parecido a aprovecharse de ella, sexualmente y, además, sería la pura verdad, en la mayoría de los casos. El amor necesita caricias. A mi gata, la acaricio y mi mujer no tiene celos de ella... ¿Si se lo hiciera a otra mujer?... ¡No quiero ni pensarlo! ~ Son nuestros prejuicios morales y da igual, la intención que tengan nuestra manifestaciones de amor...

Esta dificultad no depende directamente de nosotros, pues nos topamos con algo que nos ha impuesto la Naturaleza o Dios, algo que forma parte de nuestra condición animal, algo que llevamos en los genes y que, como especie, no podemos prescindir de ello, salvo que busquemos nuestra propia extinción. Escaparse de esta Ley Natural sólo está en manos de muy pocos seres humanos, si es cierto lo que dicen, que pueden conseguirlo los más evolucionados. Hablan de ciertos monjes... Ciertos seres superiores que alcanzaron un estado de control de sus sentimientos ... ¡Es otra cuestión!... ¡Ni entro, ni salgo!

El amor de los padres:

El amor paternal, principalmente el amor maternal, siempre que no se escape de la normalidad o naturalidad y, no por el sólo hecho de ser padre o madre, es el amor que mejor podemos tomar como ejemplo, a falta del universal que lo supera, sin ninguna duda. ¿Por qué?... ~  Es algo parecido a lo que comentaba con respecto a mi religiosidad, no la necesito para amar del modo universal. Aquí, lo mismo, el amor universal no necesita que los destinatarios de dicho sentimiento sean de nuestra familia o de nuestra sangre, ni siquiera que sean conocidos. Al amor universal sólo le basta con que sea un ser humano, para ser entregado. Los padres condicionan la entrega de ese amor a ciertas personas, dependiendo de su grado de familiaridad, amistad o cualquier otra índole, así como al cumplimiento de ciertas exigencias, en cuanto a comportamientos. Si su conducta nos complace, amamos, si no, despreciamos... Me recuerda más a un mercadillo del amor. Me gustaría que no se enfadara ninguna madre, por lo que voy a decir. Si ofendiera a alguien, le pido disculpas, de antemano. El caso es que vengo observando la reacción de muchas personas, ante viñetas con madres sujetando a bebés, en las que figuran textos como éste: “Hasta que no se es madre, no se sabe lo que es amor.”... Esta frase, aparentemente maravillosa, pero, insisto, sólo en apariencia, concretamente, es tan real como las teclas que estoy aporreando. Hace unos meses, la vi en Facebook, la leí detenidamente, reflexioné y, con gran tristeza por la abundancia de los “me gusta”, que son los equivalentes a los “+1” de aquí, me dispuse a dejar mi comentario, el cual tenía una dirección absolutamente contraria al resto, pues rezaba así: “Es una pena que no podamos o no sepamos amar de esa misma forma, salvo a los que consideramos de nuestra propiedad, de nuestra sangre, de nuestra familia, a... ¡Los NUESTROS!”. Probablemente, su autor/a pudiera ser cristiano/a, pero me da la sensación de que las prédicas del hijo de su Dios, según sus propias creencias confesadas, le importaran... ¡Un pepino! ~ Perdonadme si soy tan duro en mi expresión, pero es que la hipocresía, la falsedad, la mentira o el engaño, me apuñalan el alma... ¡Por eso chillo!

Cualquier tipo de crítica, aunque sea totalmente contraria a mi exposición o parte de ella, será agradecida, siempre que se haga con ánimo constructivo...  ¡Espero vuestros comentarios!

Próxima labor: "El librepensamiento al descubierto"

(Para explicarlo a los que no saben na' de na' d'él)

           

2 comentarios:

  1. No será también ,una estrategia escandilarte con poesías y otras cosas que a las mujeres nos gusta ,para después conseguir lo demás (el sexo)

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  2. Me sorprende y desagrada tu comentario, Alicia, pues no creo haber hecho nada para merecerlo, aún así, te contestaré:
    Desgraciadamente, el sexo ha perdido interés para mí y, si no fuera por eso, hay otro motivo por el cual nunca tendría que hacer esa "estrategia" repugnante, a saber: Mi mujer me da todo lo que necesito. Estoy felizmente casado y espero morirme en los brazos de Hanna, mi amada, sin haberla traicionado nunca, ni media vez siquiera, aunque pudiese... ¿Te satisface mi respuesta? ¿Es tan difícil creer en ese amor universal que intento difundir, por el bien de todos? ~ ¿Debo esperar vuestra crucifixión, acaso?

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