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miércoles, 1 de abril de 2015

El librepensador (JHM)





Respuesta para un amigo y otros que opinan en la misma línea,  a saber: Que el librepensador debe poseer conocimientos o erudición, a la vez que estar dotado de un intelecto superior, de una capacidad mental extraordinaria.

He demorado esta respuesta para meditarla bien, pues es complicado escribir exactamente lo que uno piensa. Los librepensadores, podemos resultar, en general, más difíciles de entender que lo normal, pues nuestras conclusiones chocan con los planteamientos tradicionales y culturales de la región, enfrentándose a sus tradiciones más arraigadas.



Ciertos principios morales populares están tan enquistados en las entrañas de la gente, que oír una opinión contraria a ellos, genera un escándalo moral, un alboroto mental y mucha confusión en la mayoría de la gente corriente. Pocos se prestan a intentar asimilar nuevas y diferentes ideas.



Amigo, Atilio, creo que entiendo tu opinión, pero si has leído, o más bien visto, la viñeta con mi frase sobre el tema, en “CITAS y FRASES”, yo aseguro que sólo es necesaria la firme voluntad de querer ejercerlo, pues es lo único que estimo imprescindible.


Por supuesto que es más factible ejercerlo con una buena dosis de conocimientos y una herencia intelectual nutrida, pero sólo considero a estos dos factores como convenientes, de ninguna manera imprescindibles. Éstos harán que la calidad del librepensador, como en todo, sea superior o inferior, pero su predisposición ha de ser la misma. El librepensamiento es sólo una forma de pensar... ¡Sólo eso! ~ Claro que nadie puede dudar de que es más fácil acertar así, que, no, de otra manera, como la tradicional, pero admitamos que sólo es eso y... ¡Nada más!


Creo que te confundes, como es habitual, en la interpretación de su noción. El librepensador no tiene más verdad que nadie, sino y solamente, que sus conclusiones son de su propia cosecha y, no, influenciadas por los poderes fácticos que, históricamente, han dirigido a las sociedades por dónde su libre albedrío les ha dictado, o, peor aún, por donde sus intereses egoístas les aconsejaban. Lo cual no quiere decir, en modo alguno, que la persona que escoja esta maravillosa senda, sea infalible, sólo por el hecho de haberse convertido en librepensador. No puede entenderse, salvo que la lógica nos falle, que surja, de repente y por eso, el conocimiento. Sería algo mágico. Los humanos, nos equivocamos, aunque los hay más humanos que otros... ¡Natural!


También soy músico y es algo parecido. El solfeo es conveniente, pero no imprescindible para ser un buen músico. Lo mismo ocurre con los poetas. En ambos casos, si se quiere escribir la obra compuesta, es obligado ir a buscar a alguien que nos pueda plasmar en un papel, nuestras creaciones, para su posterior lectura. En estos casos sólo se trata de escribir, lo que no supone tener talento para el arte del que se trate.


Si prestas atención (una de las pautas que debe seguir un librepensador), verás que personas muy inteligentes y doctores en multitud de ciencias, no lo ejercen. No superan, a pesar de sus conocimientos e inteligencia, los prejuicios establecidos por su sociedad. El problema, pues, no está ahí, sino en querer con vehemencia y decencia, averiguar, por nuestra cuenta, las posibles falacias o errores de planteamiento que hay en los conceptos que nos han enseñado. El de la religión es, quizás, el más claro, pero hay muchos otros que, de ser analizados correctamente, el resultado nos puede sorprender, pero hay que aceptarlo... ¡Ahí está la clave! ¡No todos QUEREMOS! Queremos y, NO, "PODEMOS". La diferencia es la madre del concepto de LIBREPENSAMIENTO. La voluntad de ejercerlo tiene que ser firme... ¡Sin titubeos!



El librepensador no puede ser sectario por naturaleza, pues a los representantes elegidos democráticamente, verás que se les exige “disciplina de voto”, lo cual va categóricamente en contra de los principios del librepensamiento. Por otra parte, un librepensador tiene libertad para inclinarse por alguna tendencia política, pero, nunca, para acatar doctrinas o mandatos partidistas. Para cada planteamiento, debe procurar obtener una respuesta propia, aunque coincida con la de muchos otros. Eso sería circunstancial, pero nunca supeditar su solución a ninguna intervención de la mayoría, ni de ninguna otra presión exterior.



¿Pero quién podría ser el atrevido que estuviera dispuesto a enfrentarse a toda una sociedad y arriesgarse a sufrir un linchamiento popular, aunque sea de forma no violenta? Es tremendamente fácil ser rechazado socialmente, si se camina de esta forma, a contracorriente. De ahí, entiendo, que algunos personajes renuncien a sumarse a esta forma de entender o pensar, la que nunca debe llamarse “doctrina”, como hacen algunos despistados o desinformados.


Aun así, reconozco que sería muy difícil adquirirlo sin la ayuda de otra persona más cualificada o con experiencia en este asunto. El arranque es lo que más cuesta, después... ¡Todo viene rodado! ~ Es una cuestión de práctica, de entrenamiento, como en todo... ¿O Nadal sería tan buen tenista si, además de sus aptitudes o destreza, no hubiera entrenado lo conveniente?... ¿Y Paco de Lucía sería el guitarrista que es, sin los duros ensayos que ha tenido que soportar? ~ Todos los entrenamientos son duros, pero, si queremos conseguir el objetivo, debemos esforzarnos al máximo... Según nuestra capacidad intelectual, unos tardaremos más que otros y llegaremos menos lejos que otros, pero... ¡Nada más, amigo!... ¡Es sólo eso!



La dificultad de convertirse, realmente, en librepensador reside, por lo tanto, en la falta de un verdadero afán por lograrlo. Necesitamos perseverancia para alcanzar esa meta y nunca desfallecer, pues el trabajo mental es más importante que nuestras capacidades o sabiduría. Al igual que con otros entrenamientos, de cualquier tipo, veremos, si persistimos, que nuestros avances se van haciendo realidad... ¡Pasito a pasito!
   

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