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martes, 8 de noviembre de 2016

El CAPITALISMO ACTUAL (3)

Tercera parte de "El capitalismo actual"

Lo que, aquí, quiero aclarar es el funcionamiento del capitalismo actual, ya que muchas personas se quejan de las consecuencias que sufren por este sistema y, a ellos, deseo brindar estos versos:

Seres necios, que acusáis
al capital, sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis.
Octosilábicas rimas
que he copiado de una monja,
para ver si, así, te animas
y traes una buena esponja
para limpiar de tu mente,
lo que es, a mi parecer,
desacertado o demente...
¡Será, para mí, un placer!

Que nadie se alarme ni ofenda por este atrevimiento mío, pero, cuando explique mis argumentos, se entenderá, creo, esta inserción.

En nuestros tiempos, el capital de la mayoría de las empresas, fundamentalmente de las grandes, está formado por las aportaciones económicas de multitud de inversores, representado por acciones que cotizan en bolsa. Ya hemos visto, antes, mi breve definición de capital, luego "capitalista", según otra de mis breves definiciones, sería todo aquel que poseiera "capital de inversión". Podría no comprar nada con él, con lo que ahorraría su capital, aunque sin sacarle beneficio, comprar bienes de consumo de los que careciera, para su mantenimiento personal o el de su familia, con lo que su capital se vería mermado en la misma cantidad que el gasto que tuviera que realizar, o comprar una parte, relativamente pequeña, de una empresa, para sacarle provecho o rendimiento a su "capital", entendiendo que éste no es necesario para su sustento a corto plazo y, por lo tanto, esos ahorros, en vez de destinarlos a una previsión de consumo que originaran posibles necesidades vitales, en el futuro, los destinaría a la adquisición de acciones que le convertirían en accionario o socio capitalista de la empresa que eligiera y en la que, automáticamente, depositaría su confianza. El hecho de comprar una sola acción nos convierte en capitalistas de la entidad titular de la misma. Puede reírse quien quiera de esta afirmación pero es la única, aunque corta o media verdad, si nos atenemos a su significado auténtico y no a un juicio de valor sobre la cantidad necesaria para merecer tal calificación. La mayoría de las personas que se manifiestan, y no sin razón, en contra de este capitalismo que nos ha hundido en una crisis destructora, son o han sido, en algún momento, accionistas y por tanto, de hecho, capitalistas. Ahora, creo que se entenderá mejor la pobre poesía que les he dedicado, sin ninguna muestra de desprecio, sino unas gotitas de humor, con el único ánimo de que comprendamos mejor la realidad que encierran estas modernas situaciones político económicas que NO EXISTÍAN en los tiempos de don Karl.

Dejando a un lado la parte graciosa del apartado anterior, la verdad es que, hoy, la mayoría de los llamados capitalistas no son propietarios absolutos de los negocios o empresas que manejan y, en una grandísima parte, no acumulan una cantidad de acciones suficiente para que, éstas, sean consideradas como una fracción relevante del total del capital invertido, ni del oficial o escriturado. Los que se hacen pasar por los dueños de casi todas las multinacionales, no poseen un porcentaje del total de las acciones que se escriba con más de un único dígito. Hablando, siempre, de las grandes empresas, nos encontramos que unas pocas personas manejan los fondos de multitud de otras que les confían sus ahorros para sacarles el mayor provecho... ¿No era eso mismo, lo que pretendían los capitalistas de antaño?... ¿Cuál es, pues, la diferencia? ~ ¿No se ha defendido, siempre, que arriesgar nuestro dinero era motivo más que suficiente para merecer unos suculentos réditos o beneficios?... Cuando los dueños ponían todo el capital, así lo justificaban y, en los pocos casos que todavía perduran, así se sigue viendo... ¿Porqué no hemos de considerar, con estos mismos argumentos, a las nuevas formas de aportación de capital?... ¡Al accionariado! ~ ¿Cuáles son las razones o motivos por los que esta nueva forma de financiación sea considerada como no merecedora de las ventajas que se le otorgaban a la antigua? ¿Alguien piensa que los dividendos que reciben los accionistas es la respuesta a mis preguntas?... ¿Este reparto del beneficio es proporcionalmente equivalente al que resultaba de los anteriores? Por todos es sabido el que la cantidad del cupón está casi predeterminada, ajustándose a la realidad económica del momento, la coyuntura de los mercados y, sólo en parte, por los beneficios obtenidos. ¿Pues dónde va a parar la otra parte?... ¡Hay muchas bocas que alimentar! Y no son sólo bocas que tengan labios, dientes y lengua, son, mayoritariamente, bocas silenciosas, pero devoradoras e insaciables.

También coexiste, en la actualidad un tercer modo de financiación que consiste en solicitar créditos a entidades financieras como los bancos, de modo que, en la época presente, un empresario puede arriesgar su capital, como lo hacían antiguamente todos, puede arriesgar el capital de los accionistas o puede arriesgar el capital que ha conseguido en forma de préstamo, a través de una compañía crediticia, pero... ¿Quién arriesga más?... Sinceramente, no creo necesario explicarlo mucho pues me imagino que el que más o el que menos pensará, como yo, que, de estos tres casos, que son las principales formas de alimentar las necesidades financieras de cualquier empresa comercial o industrial de nuestro tiempo, el de los accionistas minoritarios, que son los que proporcionan la mayoría de los recursos dinerarios necesarios para el buen funcionamiento de nuestra economía, resultan, indudablemente, los menos estimados y recompensados a efectos de recibir el rendimiento de sus aportaciones de capital... ¿No lo ves así? ¿Crees que los bancos arriesgan más?... ¿Crees que tienen menos posibilidades de recuperar su dinero si las cosas van mal?... ¿Tienen los accionistas los avales y las garantías que exigen las entidades crediticias? Luego... ¿Porqué los porcentajes de rentabilidad que sacan las entidades financieras de sus suministros monetarios son superiores al triple de los que pertenecen a la nueva clase capitalista, la del accionariado?  Muchos inversores en bolsa, personas de clase obrera y otras cuyo único objetivo es conseguir un interés más alto por la cesión de sus ahorros que el que obtiene con un depósito bancario, no son conscientes de su nuevo estatus, el del accionariado. Si, antes se pensó en la dictadura del proletariado, para solucionar una injusticia en el reparto de los beneficios de la producción... ¿No podría darse el caso de una nueva revolución para solucionar otra nueva injusticia?... ¡La de la renta de la inversión!... ¿Vaya lío, verdad?... ¡Pero es lo que yo veo!

Esta vez se trataría del reparto de beneficios del capital y no del trabajo. ¿Podría pensarse en la dictadura del accionariado?... ¡Imposible! ~ ¿Imposible?... ¿Porqué? ~ Pues porque, estos últimos, no están pasando tanta hambre como lo hicieron los primeros. Las necesidades de cada grupo son muy diferentes. A los accionistas les vendría bien recibir más dividendos, pero no lo necesitan hasta el punto de iniciar una demanda de justicia similar a la que, con humor, he intentado simular que comparaba. La realidad es que hay mucho dinero, hoy día. Abunda como antes la mano de obra y, en estas condiciones, se entrega al mejor postor.  ¡Siempre lo mismo!... Es lo mismo que antes, sólo que con diferentes actores, diferentes papeles y, por lo tanto, diferentes circunstancias... No pueden equipararse estas dos situaciones tan diferentes, de modo que me atrevo a vaticinar que esta tesitura se quedará como está... ¡Justa o injustamente!... Pues el mercado manda y las posiciones no variarán sustancialmente, salvo que la coyuntura que lo hace posible, actualmente, se modifique también, en tiempos venideros. Hablando en plata, los cambios se producen, como norma general, cuando se tienen que producir, de ahí que algunos presuman de clarividencia, cuando, simplemente, tienen muy buena capacidad de observación y deducción.

¡Ay!... Y tengo mucho más que decir (Léase escribir). Esto es sólo la tercera parte. Continuará, posiblemente, pero... ¡Cuando tenga tiempo!

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