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viernes, 11 de agosto de 2017

Comunicar en público



A algunos os puede interesar este artículo ya que trata sobre cómo hablar en público, asunto de suma importancia para mucha gente. Intentaré hacer una crítica constructiva sobre un artículo de cierto periódico que decía: “…la escasa capacidad de trabajadores y ejecutivos para expresarse en público” … & … “alrededor del 90% de los profesionales necesita esta habilidad en su día a día laboral: desde profesores a abogados, pasando por ingenieros, periodistas o los propios ejecutivos de las compañías”. ~ En realidad vamos a hablar del “miedo escénico” producido por una forma de timidez o vergüenza algo peculiar por afectar a un número mayor de personas que lo sufren, aunque a la mayoría les preocupe muy poco su padecimiento.
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Pienso que es relativamente cierto el que casi todos los seres humanos tendamos a inhibirnos cuando nos encontramos frente a un grupo o medio social y que esto merma nuestra capacidad de comunicación. La crónica en cuestión daba como solución a este problema, la naturalidad y estoy de acuerdo con ello, pero no con lo de que “un orador no es un actor, no tiene que tratar de ser alguien diferente; la humildad, no creerse mejor que nadie, tampoco de la audiencia que está escuchando, y hablar con el corazón, con sinceridad”. ~ Yo entiendo que todos somos actores y los oradores tanto o más que los “peatones”… Recuerdo los temblores que me entraban cuando, en mis años jóvenes y con mi grupo, tenía que cantar en una actuación musical. La música es otra forma de comunicar y se rige por los mismos principios: es más eficaz si lo hacemos con naturalidad. ¿Quién puede negar esto sin apartarse de una cierta cordura o lucidez? Pero lo que propongo ahora es acercarnos al quid de la cuestión.
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En este aspecto no hay diferencia entre “oradores” y “actores”. La diferencia se limita a que los actores deben meterse en la piel de un personaje ficticio o extraño pero, en lo concerniente al miedo escénico, nos encontramos todos a la par o en la misma situación. Por lo tanto, ser “alguien diferente” no es la causa del defecto que tratamos, ni la humildad (que no viene a cuento), aunque sí lo de “con sinceridad”, pero matizando que esa sinceridad debe ir de la mano de la espontaneidad: naturalizar nuestras actuaciones en público es el objetivo y éste atañe tanto a actores, músicos, cómicos, oradores, como a cualquier otra persona que se convierta por un instante en comunicador ante un grupo de gente o una cámara de vídeo o TV. Representar un papel u otro, incluso representarse a sí mismo, no cambia nada sobre nuestro miedo al público sino que, simplemente… ¡es otro tema! De modo que separemos los conceptos, ¡por favor!
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Lo que se pasa por alto es que, en cualquier disciplina, la práctica nos convierte en mejores ejecutores de su ciencia. Ejercitando el acto de hablar ante un auditorio, la normal consecuencia es el mismo aumento de nuestra capacidad para hacerlo, de tal manera que no constituye desemejanza con lo que ocurre en otras materias. Es de suponer que, con el tiempo, mejoraremos en soltura, naturalidad y miedo, ya que el temor lo origina la sensación de incertidumbre cuando queremos experimentar algo por primera vez, o sea: ¡el miedo a lo desconocido! ~ La pericia o veteranía, pues, es la mejor medicina para este tipo de afecciones, siempre que sus alteraciones no respondan a patologías o carencias más graves de lo habitual, con las que incluso podrían empeorar con una praxis mal orientada o concebida.
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Después entramos en mi especialidad, a saber: ¡El diálogo! Y leo textualmente: “El arma central para comunicar es saber escuchar, y el debate parte de esa premisa”. Aquí ya, el desvarío es superior… pues para comunicar sólo tenemos que dominar el manejo del idioma que es la herramienta para poder trasladar el contenido de nuestras ideas, de nuestra propia mente a la de otra u otras personas y, por pura lógica, lo que expresemos debe realizarse con la máxima fidelidad posible hacia nuestros pensamientos. Así que el “¿arma central?” para comunicar es, a mi juicio, nuestra pertinente capacidad para expresarnos correctamente… ¡únicamente eso! ¿O no está lo que acabo de decir en consonancia con la objetividad y la lógica?
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Entonces, ¿qué hay sobre “saber escuchar”? Pues simplemente que es el “¿arma central?” de o para los debates. ~ Con el fin de poder saborear los frutos de cualquier diálogo, éste debe realizarse con la intención clarísima de comprender y, si procede, de convencer, pero ¡nunca de vencer!  Para ello, deberemos olvidarnos de hacer uso de grandilocuencias y desechar las retóricas ingeniosas que pudieran resultar provechosas para nuestro egocentrismo o vanagloria y emplear argumentos fidedignos expresados con frases comprensibles con el único propósito de encontrar o aproximarnos a la realidad (por no denominarla “verdad” cuyo concepto representa algo inalcanzable para la especie humana, al menos mientras permanezcamos encerrados en este Mundo aparentemente abierto). Éste es el mejor camino para llevarnos a degustar esos sabrosos frutos del entendimiento y del razonamiento. Y éstas no son otras que las premisas para dialogar con efectividad.
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A continuación leo, textualmente: “No nos preparan desde pequeños a desenvolvernos en público. A partir de siete años, los pequeños ya pueden aprender a defender con argumentos un tema”… Independientemente de la edad (supongo que el autor sabrá su correspondiente porqué), aquí se mezclan los dos conceptos que ya he intentado aclarar y desglosar: 1.- “desenvolvernos en público” y 2.- “defender con argumentos un tema”. En mi opinión, si enseñamos primero a entender o comprender, podremos seguir con algunas instrucciones sobre argumentar debidamente y, posteriormente, la enseñanza que nos ocupa: ¡comunicarlo en público! ¿De qué nos serviría saber mantener la calma y naturalidad propia de anunciar o informar a los cuatro vientos, si lo que vamos a transmitir está tan mal estructurado, redactado o expresado como el artículo al que estoy procurando criticar de modo edificante?
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Para concluir, quiero resumir mi opinión acerca de este poco tratado tema: Considero que es mucho más importante saber argumentar con rectitud y eficacia los pensamientos que queremos comunicar o trasladar que hacerlo con un total dominio del arte de expresarse en público, pero con carencias o malformaciones en la argumentación. Llevar a la audiencia un mensaje claro y organizado a través de métodos eficientes, nos hará albergar seguridad en nuestro trabajo y, en consecuencia, alejar esos horribles fantasmas del fracaso que arrastran esa pesada inseguridad con sus espantos o acoquinamientos en bandolera.
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JHMoraleja: Aprende a pensar primero para sacar buenas conclusiones y, después, aprende a comunicarlas convenientemente.
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