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jueves, 10 de abril de 2014

Profesionalidad y vocación (2)

Nuestra amiga, Claudia Quilodrán, comenta la primera parte del artículo con estas acertadas palabras, refiriéndose a los trabajadores que no cumplen con su parte del acuerdo:
"Pasa mucho, amigo, eso de "lo justito" para que se note y... ¡Ya está! ~ Me he topado con este tipo de gente tantas veces y, luego, "lo justito", ni es tal, es simplemente, y como se dice en mi pueblo, "vivir sacando la vuelta". Finalmente, todos los que dependen del trabajo del fulano en cuestión, por mucho que adelanten, siempre van de cabeza por la ineficiencia y dejadez de uno que otro elemento... Suele suceder y la verdad es que me irrita al punto que, en mi vida laboral, me he ganado a más de algún enemigo jurado por este motivo, porque yo no soy de medias tintas, soy o no soy y exijo lo mismo de los otros a la hora de trabajar, ¡¡qué menos!!, se supone que si tú haces bien tu parte y procuras que los demás también hagan bien la suya, todos mejoramos, y eso se ve reflejado en la cuenta de resultados del departamento, oficina o donde sea que ejerzas tu trabajo y de la índole que sea éste.  El grave problema de esta cuestión es cuando te encuentras con algún jefecillo o mando intermedio que tiene este perfil y que está ahí porque es familia o enchufado de alguien... Ahí, sí que va mal la cosa, hijo y, ahí, es donde, personalmente yo, he tenido las mayores dificultades en mi vida profesional, hasta el punto de que he tenido que dejar la empresa en que trabajaba por ser considerada "problemática"... ¡ASÍ VA EL PAÍS!?

JHMensaje:

Mi primera parte no contemplaba esta posibilidad que apuntas, amiga Claudia, por eso quiero ampliarla. Es cierto que, cuando se trabaja en equipo, si uno falla, los demás lo acusan con mayor o menor grado, según la gravedad del error cometido, incluyendo la bajada del ritmo de trabajo y la consecuente espera o pérdida de tiempo que acarrea al resto de compañeros que dependen de la terminación de su trabajo. Estas incidencias, las debe solucionar el jefe correspondiente, con lo cual volvemos a las mismas: Si no hace bien su trabajo, que es para lo que se le paga, perjudicará a los compañeros, a la empresa, a los clientes y a todos los que dependan de la buena terminación del objeto o servicio de que se trate.

El valor de un producto, de cualquier índole, lo determina, entre otros factores, el tiempo de trabajo invertido en su producción. Si se emplean dos horas en terminarlo, costará el doble que si se emplea una sola, simplificando, pues como ya he dicho, al tiempo de trabajo, hay que añadirle otros costes. Con la actitud objeto de este comentario, el resultado es que los trabajadores tienen que ver reducidos sus salarios, que la empresa tiene que cerrar por falta de competitividad o que el cliente tiene que pagar el doble por un producto que no lo vale.

Como veréis, de cualquier forma, siempre perdemos. Por lo tanto, en un mundo cada vez más globalizado, es necesario comprender que el cumplimiento de nuestro trabajo es fundamental para la buena marcha de nuestra empresa y, por ende, del conjunto de nuestra sociedad. Yo soy un gran admirador de Marx, aunque, como librepensador, no puedo ser marxista y, aquí, tenemos otro de los motivos por los que considero destructivo al partidismo. Los marxistas, generalmente, desconocen la obra de Marx, o no la han entendido bien, como pasa con cualquier otro sectarismo, como el cristianismo, por poner el mejor de los ejemplos. Los alienados por el marxismo, con toda su buena intención y creyendo que su verdad es indiscutible, no están a favor del rendimiento justo o acordado por el trabajador, sin darse cuenta de que esa actitud es contraria a los intereses del pueblo. He explicado, claramente, que la falta de rendimiento sube el precio de los productos y éstos encarecen el coste de la vida... ¿Quién se perjudica con esto?... ¡Vosotros mismos!... ¡Está claro!
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RODA GUZMÁN comenta lo siguiente:

"Ja, ja, ja... Sí es amor a nuestra profesión y si nos gusta nuestro trabajo, se convierte en una diversión y, además, nos pagan... ¿Qué más queremos?"

JHMensaje: En la primera parte, me refería a que lo idílico e idóneo es, siempre, que nuestro trabajo corresponda a nuestra vocación... ¡Sin duda! ~ Rendiríamos más, viviríamos felices y todos saldríamos beneficiados. Pero, desgraciadamente, eso no puede ser y, además... ¡Es imposible! ~ Sólo los que tengan suerte o los que se empeñen con mayor tesón, lo lograrán, pues muchos trabajos necesarios no son del agrado de la inmensa mayoría de la gente y, en cambio, otras pocas faenas, serían aceptadas, con gusto, por casi todos nosotros.

Este comentario es interesante, pues si nos convenciéramos todos de que nuestro trabajo nos encanta, como así lo demuestra nuestro amigo Roda... ¿Quién saldría ganando? Creo que sobran las palabras.... ¿Que es difícil conseguirlo? ¿Que sería engañarnos? ¡Todo lo que queráis! Pero pensad en las consecuencias de cada actitud o predisposición. ¿Qué ganamos con pensar que no nos gusta nuestro trabajo?... ¡Sufrir!... Baja nuestro rendimiento a la vez que nuestra autoestima y todos salimos perdiendo. Renegando de él, no sacaremos nada positivo.

En cambio, si nos convencemos de lo contrario, nuestro ánimo crecerá, arrastrando con él a nuestra autoestima, de modo que estaremos más felices y rendiremos más. Esto se llama, comúnmente... ¡Ir todo sobre ruedas! ~ Es necesario comprender que con una actitud positiva, vamos a salir beneficiados todos, todos y todos... ¡E incluso todos! Si me apuráis, hasta incluiría a todos en el mismo saco... ¿Alguien da más?
   

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