Presentación:
Deseo, si puedo, analizar la REFLEXIÓN y sus formas de desarrollarla, con la máxima eficacia... ¡Lo intenteré!... ¡Leámos!
Todos estos artículos, incluídos en este título-raíz, o etiqueta "Sobre la reflexión", están ligados al librepensamiento,
de tal manera que pueden considerarse como métodos aptos o consejos
válidos para posibilitarnos el cumplimiento de nuestras obligaciones
intelectuales. Imperativos y deberes que manan de nuestro propio derecho
natural, como seres poseedores de inteligencia y en justa compensación
por recibir este regalo de la Madre Natura, de Dios o de la atribución a
quien, cada cual, quiera, libremente, designar. Si queremos ser
agradecidos por la concesión de este "don", debemos corresponder a ello,
como bien nacidos a los que premia la "divina providencia" o aquella
resolución a la que, tú, desees asignarle... ¡Tengamos la fiesta en paz!... ¡Cada cordero con su rebaño!
Me
quiero dedicar a publicar ciertas reflexiones
ofrecidas, en la medida de lo posible, con la mayor seriedad y
objetidad posible, y vertidas en algunos artículos míos o de otros que
decidan aportar sus colaboraciones. Serán bienvenidos, pero, como se
puede suponer, deberán contar con mi aprobación para ser publicados
aquí. Cualquier pronunciamiento que esté en esta línea que muestro y con
contenido novedoso y bien confeccionado, será recibido con gratitud por
mi parte y, posiblemente por la mayoría de los lectores. Presentaré
meditaciones que versarán sobre asuntos, con
criterios independientes, que no repitan las falsedades o falacias con
las
que, muchas veces, nos bombardean algunos, por pasar "de boca en boca",
sin ajustarse a
la verdad, como viene siendo, ya, costumbre en estos tiempos confusos y
revueltos... Algunos periodistas repiten informaciones que circulan por
sus círculos, sin consultar las fuentes originales o adecuadas, una...
¡Enorme falta de profesionalidad, amigos!
La casi totalidad, por no decir todos, ya que suena
mal y me parece algo injusto, de los críticos o comentaristas de moda,
lo son, creo, precisamente por no salirse del marco establecido que
ampara las opiniones que están en boga, esas o aquellas que se
consideran aceptables para la gran mayoría de nuestra sociedad que, por
otra parte y casualmente, es la que los alimenta o sustenta, aunque
indirectamente. No se detienen demasiado a analizar si sus razonamientos
están elaborados con equilibrio e imparcialidad, o si las corrientes de
pensamiento por las que se dejan arrastrar son beneficiosas para
nuestros verdaderos intereses generales, pues esa extraña y agitadora
idea no les seduce, ni tiene, desde su óptica, aprovechamiento o
rentabilidad.
¡Esto es lo que consideran ellos! ~ Y, así,
cómodamente, lo prefieren pensar, porque, con lo contrario, podrían
hacerles caer en el desprestigio, en un desprecio o rechazo general, y
¿quién sería el guapo que estuviese dispuesto a enfrentarse
con esa posible temeridad? ¿Quién sería tan irresponsablemente osado
como para aventurarse a caminar por esas tierras fangosas y
diabólicas?... ¡No sé si están tan acertados como a ellos mismos les
apetece imaginar! Entiendo que es su profesión y que deben cumplir con
deberes que no siempre coinciden con sus predilecciones. Que se tienen
que ganar la vida, sí, pero... ¿No es una excusa demasiado reiterada?
Seamos
librepensadores formales, sin repetir sistemáticamente, todo aquello
cuya veracidad se ponga en tela de juicio y, solamente porque lo leamos u
oigamos en algunos medios de comunicación que no son, precisamente, los
más acertados, en multitud de ocasiones. Nunca nos apartemos o nos
alejemos del equilibrio y la sensatez. Busquemos ese sentido común, tan
cacareado por los que menos se aproximan a él. Expongamos criterios
independientes, pero no por simple rebeldía, sino con ánimo
constructivo, analicemos las informaciones con mucha seriedad y
honestidad... ¡Reflexionemos adecuadamente!
Aprendamos a interpretar las noticias y
los datos con amplitud de miras y, sobretodo, por nuestra propia
cuenta, con el fin de que no lo hagan por nosotros y no consigan
engañarnos tan fácilmente... ¡Para que no nos manipulen! Pero hagámoslo
con ponderación, seamos dignos de nuestra condición humana y cuadremos,
antes de abrir la boca, nuestras conclusiones... ¿Que no es demasiado
fácil?... ¡Que sí, lo sé! Pues para conseguirlo, creo que, como en toda
labor bien planteada, es menester afanarse o trabajar duro, igual que si
de un deporte se tratase. Cualquier disciplina requiere un
entrenamiento y esfuerzo para dominarla o domarla... ¡Hasta un simple y
común juego de naipes!... ¿O es que, acaso, piensas que estoy
distanciándome de la realidad?... ¿No es muy oportuno o prudente lo que
digo?... ¡Quizás! ~ Pero, opino que, en estos agitados tiempos, puede
considerarse lo más aconsejable y, posiblemente, lo más urgente y/o
importante para nuestro futuro.
¿No merece la pena mejorar
nuestras expectativas? ~ Nos estamos acostumbrando, ya, a oír demasiadas
trolas que, maliciosamente, se destinan a "comernos el coco"... Y no
digamos de cuando esas patrañas son suplantadas por injurias, infamias,
feas calumnias o difamaciones, graves ofensas que, en muchos casos, no
nos queda otra solución que asumir el popularísimo "ajo y agua". ¿Es que
va a resultar que todo es admisible, en esta época? ~ Como ciertas
preguntas que unos pocos tertulianos se han formulado, en ocasiones,
también yo interrogaría: - ¿Vale cualquier fórmula? ~ ¿El fin justifica
el engaño como medio para conseguir algo de dudoso provecho? ¿Estamos
completamente seguros de la validez de nuestras actitudes o mensajes? ~
¿No sería preferible y conveniente para todos que, en algunas bocas, no
entraran ni moscas, ni moscones?... No hablo de cercenar o recortar la
libertad de expresión, sino de ejercerla con una mayor responsabilidad,
pues, el no hacerlo, deriva en consecuencias a las que dicha libertad,
en mi humilde opinión, no contemplaría como defendibles o ajustadas al
espíritu de su esencia u objetivo... Revisemos, pues estos principios
que, aunque con muy buena intención, logramos conformar como una
herramienta de doble filo, un bumerán que puede volver y destrozarnos la
cara.
Cualquier realidad se nos muestra, en la mayoría de las
oportunidades, con el matiz que le desean asignar o atribuir algunos,
netamente influenciados por razones o cuestiones ideológicas o de
cualquier otra naturaleza. Cada cual intenta "arrimar el ascua a su
sardina", sin importarle significativamente la verdad de los datos que
maneja, los que, por otra parte, casi siempre, son escogidos por
conveniencia, para argumentar sus conceptos preconcebidos, ya, con
anterioridad. Procuremos resistirnos a ello, reflexionando con honradez y
decencia intelectual, sin cobijarnos en las sombras que, supuestamente,
mejor nos convienen. La honestidad espiritual, a veces, nos reclama una
rendición de esfuerzos que pueden importunarnos lo suficientemente, al
principio, como para molestarnos profundamente, aunque, después, siempre
acabamos recibiendo el fruto que nos recompensa o gratifica por nuestro
trabajo bien hecho. Debemos saber que, como casi siempre, al cumplir
con las obligaciones éticas que nuestra condición humana nos impone,
obtenemos la gratificación o el premio que las leyes naturales nos
reservan. No obstante, que a nadie se le ocurra intuir que se trata de
algo monetario o material. Puede que de consumo, eso, sí, pero y en todo
caso, destinado a nuestra alma... ¡Que es la que más debe importarnos! Y
no vaya a considerarse que esto es, gratuitamente, hablar por hablar,
que lo es. ¡Ni tampoco pensar por pensar! Nada más lejos de mi sana
intención, si es lo que está maquinando el lector, sino más bien todo lo
contrario, puesto que necesitamos contrarrestar todos esos influjos
producidos por los malos hábitos a los que me he referido ya y que son
los que nos ofrecen y fuerzan a recibir unos pobres resultados,
contraproducentes, en ciertas ocasiones, hasta para sus más acérrimos
defensores.
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