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miércoles, 16 de julio de 2014

La subjetividad

De la misma forma que, cuando escribí sobre la Verdad, diferenciaba entre la Verdad Absoluta y nuestras pequeñas verdades, así debemos hacer cuando hablemos de la objetividad y la subjetividad. Está muy de moda, en estos tiempos de derechos mal entendidos, creer que todos tenemos nuestra parte de verdad y que ésta está repartida entre todos nosotros como si de un acto democrático y libertario se tratara. La verdad no es un invento del ser humano al que podamos repartir con una proporcionalidad democrática. La Verdad está ahí... ¡Existe realmente! ~ Pero sólo con una entera objetividad se la puede descubrir. El ejercicio para lograr tal descubrimiento no es sencillo y sólo se obtendrán resultados alentadores si trabajamos con ahínco y si sabemos amarrar a nuestro costado la tan controvertida objetividad. Si no somos absolutamente fieles a la objetividad, no nos será posible acercarnos a la verdad lo suficientemente como para aprehenderla con la solidez necesaria para elaborar nuestro criterio con acierto.

La definición del vocablo "subjetividad" de un diccionario podría decir así: "Se dice de lo que depende de cada sujeto y no es igual para todos, de lo que es personal." O... "Se dice de los criterios en los que influyen la personalidad y sentimientos de cada sujeto, en oposición a "objetivo" que sólo depende del objeto en cuestión". Si nos ceñimos a esta clase de definiciones, objetivamente no habría nada objetivo o, mejor dicho, existiría lo objetivo, pero no podría existir en la mente de ningún ser humano, pues no existe nada, absolutamente nada, cuyo entendimiento, valoración y apreciación sean compartidos por todos nosotros. Por muy claro que sea el objeto, siempre habrá alguien que difiera de alguna interpretación del mismo.

El ser humano, si no dedica mucho esfuerzo en equilibrar su mente y adiestrarla para la objetividad, es incapaz de ser objetivo por naturaleza. Su incapacidad se debe, precisa y paradógicamente, a su inteligencia. No digo que la inteligencia no sea un beneficio para la humanidad, sino que puede serlo, a la vez que también puede ser lo contrario, según cómo se emplee o se maneje. Aún sin estadísticas en mi poder, me atrevo a afirmar que son contados los que se han casado con la objetividad o con la verdad... ¡Los verdaderos filósofos o librepensadores consumados! ~ Según lo expuesto es obvio que la subjetividad, por regla general, será con lo que más abundantemente nos topemos. Pero hay excepciones a las que no podemos aplicar esta misma norma, cual es el caso que me hizo reflexionar y escribir este corto artículo de opinión.

Se trata de una entrada de mi amiga Eva Vazquez Peña, sobre la mal llamada "guerra" entre palestinos e israelíes. Analizando un comentario de un amigo suyo que culpaba a los palestinos de emplear métodos violentos para intentar conseguir su independencia... ¡Qué desfachatez! ~ Está claro que dicho señor, cuyo nombre prefiero omitir, no está informado sobre la Historia de tal conflicto, luego... ¿Por qué opina?... Ese tipo de opinión que desinforma en lugar de informar, no merece respeto... ¡La persona, siempre! Pero, no, su opinión si está en un error o en una mala intención. Decir verdad no es una falta de respeto, aunque duela su realidad, aunque sea contraria a nuestra percepción. ¿O es que, en esta mal llamada "democracia", tiene el mismo valor mentir que decir los datos correctos? ~ Mi amiga Eva en cambio, con un criterio más acertado, se refería a la subjetividad que le merecía su opinión, de la misma forma que así conceptuaba a la suya, dando por sentado que todas las opiniones son subjetivas o así lo entendí yo. Ésta fue la idea que desencadenó en mí, después de una profunda reflexión, la necesidad de escribir este artículo para intentar aclarar el concepto lo mejor que pudiera y, así, lo intento ahora, a través de este pequeño análisis.

Los librepensadores nos basamos, para nuestros criterios, en hechos demostrables, por eso rechazamos las religiones que, aquí y ahora, no vienen al caso. La fuente de la que podemos sacar una cierta demostración de la objetividad que, en esta valoración, cuestiono es la Historia. Ésta, a pesar de haber sido escrita por partidarios o simpatizantes del pueblo de Israel, deja muy claro el hecho histórico de que el actual Israel es un estado ilegal e ilegímo, de acuerdo con los acuerdos internacionales vigentes, habiendo sido aceptado, tolerado y legalizado este hecho consumado por ser quien es el infractor y por ser quienes son los que dirigen el Mundo a su antojo. A nadie se le escapa que se trata de un aliado de los Estados Unidos por intereses que prefiero no mezclar en este análisis. Por eso se saltaron la ilegalidad, pues lo hacen siempre que les conviene, alegando las falacias o sofismas de turno. Pero lo objetivo, sin ninguna duda, es que los palestinos están en su tierra, la cual ha sido ocupada injustamente por los israelíes y, para colmo, siguen robándoles territorio para sus asentamientos, según su conveniencia, sin reparar en legalidades, justicias o bondad alguna. Si a esto le sumamos que, para conseguirlo, emplean métodos indecentes que desencadenan respuestas inapropiadas e injustas y ambas actitudes desembocan en miseria, calamidades, atrocidades e injusticia... Me da pena lo que está sucediendo pero, si bien es cierto que ambos bandos matan y emplean la violencia... ¿Pueden considerarse estas dos similares actuaciones de la misma forma?... ¿No debemos tener en cuenta la Historia?... ¿No debemos tener en cuenta los atropellos?... ¿Debemos exigirles a los palestinos vías pacíficas, aunque ya se haya demostrado de que no sirven de hecho?... ¿Debemos creer que se trata de una guerra, cuando un bando emplea el armamento más sofisticado y, el otro, palos y piedras? ~ No me olvido de las facciones terroristas que lanzan obuses contra posiciones israelíes, pero... ¡Considerémoslo todo, por favor!

Por otra parte, no podemos considerar de la misma forma a todo un pueblo por lo que hacen sus dirigentes. Pero, de la misma forma que culpamos a los alemanes por lo que hicieron sus dirigentes, aludiendo a su más que probable connivencia con el régimen (a casi todos nos gusta ser componentes de una raza superior), debemos conocer el dato, también objetivo, de que la mayoría de los votantes judíos son los responsables de los gobiernos que han elegido... ¡Señores! ¡Así es la democracia que tanto pregonáis a bombo y platillo! ~ La objetividad consiste también en mirar el objeto por todas sus caras y creo, con fundamento, de que la mayoría de las caras apuntan al mismo culpable, en este caso... ¡Pensadlo bien! ~ No sin antes informaros mejor... ¡Por supuesto! ~ La verdad existe, la objetividad se puede conseguir... ¡Intentadlo! ~ Puede que necesitéis tiempo para ello. Puede que tengáis que cambiar vuestros hábitos y dejar de curiosear los corazones, besos y flores de los muros de vuestros amigos para disponer del tiempo suficiente para trabajar lo que os aconsejo, pero, amigos míos... ¡Vosotros sois los que debéis elegir! ~ Porque... ¡Todo no se puede hacer!
    

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